En el mundo de la comunicación estratégica se trazan planes de contención ante crisis reputacionales, se ensayan protocolos, roles, respuestas, se simulan toda clase de incidentes….Pero, ¿puede terminar una crisis con la simple asunción de que se ha hecho algo mal? Pues sí. Pedir perdón funciona. Como nos enseñaron a todos de pequeños. Hay un dicho popular que dice que nadie debería acostarse sin, al menos, haber dicho una vez ‘gracias’ y otro tanto ‘perdón’.
Mark Zuckemberg, el creador y responsable de Facebook, la red social con más habitantes del planeta -más de 2.000 millones, casi cuatro veces la UE o EEUU- reconoció con un sencillo perdón, ante el todo poderoso Senado de los EEUU que había errado. Y pidió perdón. No se le juzgaba sólo a él. Se juzgaba a Internet y hasta que punto puede dañar uno de los derecho más fundamentales de toda persona: la privacidad. En Internet siempre se dice que en cualquier serviciio gratuito el pago lo eres tu. Quizá por eso es interesante que se obligara a este tipo de redes sociales -y otros muchos servicios- gratuitos a ofrecer, también, una variante de pago que no cediera dato alguno que no quisiéramos. Por eso pagaríamos nosotros. Pero en el caso de Facebook como en el otras muchas redes sociales esto no ocurre. Y los usuarios por desconocimiento, sentido aventurero -que forma parte del ADN humano- o, simplemente, afán por tener lo último ceden y dan su consentimiento a todo tipo de apps y condiciones. Un ejemplo que debería estar muy vigilado por organismos como la Agencia Española de Protección de Datos son los accesos que exigen, para que funcionen los dispositivos en España, los dispositivos conectados de marcas como Apple, Fitbit o Xiomi. Condiciones que, a priori, rayan lo alegal por no ir más legos, ya que aceptas cosas tan variopintas como someterte a la legislación de un estado como California o de China habiendo comprado y usando el dispositivo en España.
Pero eso es otro tema. Como decía el titular de este nuevo post, pedir perdón es un cortafuegos de urgencia y de etica que todo ejecutivo debería llevar a mano. No pasa nada en equivocarse. El ser humano falla cada día. También las mujeres y hombres más importantes del planeta. Es lo que nos hace maravillosamente humanos. Lo que distingue a los grandes personajes que marcan la historia es su capacidad para reconocer el error y, también, pedir perdón. Quizá más de un asesor de comunicación estratégica -está claro que Cristina Cifuentes no fue aconsejada- debería tenerlo en cuenta. Y pedido perdón comienza el camino para mostrar que se pueden aprender de los errores y que siempre hay más cosas que suman que que restan.
Esto también se puede aplicar al mundo de la ciberseguridad. Dice el CCN Cert, el orgnanismo de ciberseguridad del CNI, que hay que, en este campo, hay que vivir y actuar como si ya fuéramos atacados. Quizá el saber pedir perdón y estar preparado para dar el siguiente paso debería ser un ejercicio ejecutivo que toda empresa debería tener siempre encima de la mesa. Con la implantación del nuevo reglamento europeo de datos, el GDPR, y, sobre todo, de sus multas el 25 de mayo, muchas empresas que no hayan hecho los deberes y tengan brechas de seguridad que conlleven pérdida de datos personales de usuarios, deberán saber pedir perdón…. y tener clara la penitencia. Se juegan con ello su futuro, porque las empresas sin la confianza de sus clientes, no valen nada. Y saber pedir perdón a tiempo es uno de los activos más valiosos que tienen a mano para recuperarla.