Ser o no ser, decía el príncipe de Dinamarca. Y bajo estas sencillas palabras el genial William Shakespeare planteaba el problema de la existencia humana. De la búsqueda de la verdad a cualquier precio. Comunicar o no comunicar. Ese es el dilema al que se enfrentan muchas empresas. En un mundo digital donde todo parece condicionado a los likes, los logs y los grandes data lake -los lagos de datos que permiten localizar a los clientes- la comunicación tradicional parece haber pasado a un segundo plano.
Pero a la gente le sigue gustando lo mismo: informaciones que despierten su curiosidad, que la aporten valor, que la planteen nuevos retos. Por eso de la importancia de comunicar lo más valioso que sabes hacer en tu empresa. Aquello que la hace única. Y no siempre es un producto o un servicio. Hace poco un fontanero de Mapfre realizó un servicio en un domicilio y me contó que había tardado seis años en trabajar para la compañía porque miden mucho quién presta su servicio y sólo aceptan a los mejores. ¿Lo comunica la empresa para captar y fidelizar clientes? No.
Pero en este caso también llama la atención que, comunicando de forma correcta, cualquier empleado o directivo puede ser el mejor embajador de tu empresa. Comunicar no es una cuestión que se pueda plantear si quiera en un mundo donde lo que no se cuente… se puede dar a conocer como fake news.
Los expertos de BigThinkk están acostumbrados a ayudar a empresas en crisis reputacionales que se podrían haber minimizado -incluso podrían no ser consideradas unas crisis- si la empresa hubiera hecho los deberes y su comunicación, interna y externa, fuera dilatada en el tiempo, útil y, también, eficaz para el objetivo comercial. El ser humano es maravilloso y basa todo su poder en comunicar. Contar con un experto que sepa integrarla en la estrategia de negocio de la compañía es tan importante como innovar.
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